No es una enfermedad, no es sinónimo de insatisfacción en la relación ni mucho menos falta de deseos o atracción por la pareja. La falta de ganas de tener sexo (inapetencia sexual) puede ser considerado un desequilibrio en el que todos podemos entrar por diferentes factores.

Por mucho que se diga lo contrario, tanto hombres como mujeres pueden “decir que no” a la hora que su pareja quiere encender un poco de pasión en la cama. No obstante, esto no implica una ruptura en la relación de pareja, sino que existen determinados factores externos que motivan este comportamiento. ¿Quieres saber cuáles son?

En primer lugar tenemos el cansancio, ya se físico o mental. En este apartado podemos incluir el estrés, la fatiga y las preocupaciones que alguno de los dos pueda tener en su vida laboral y se puede ver reflejado en la impotencia de compartir intensos momentos de intimidad con la pareja.

Con lo anterior, se puede vincular el sueño: si tu pareja es una persona que pasa con mucho trabajo en la oficina, bajo presión y sumido en una intensa jornada laboral, es común que solo desee acostarse para dormir y reponer energías… no precisamente seguirlas gastando las pocas que le quedan.

Si ya vives en un matrimonio y con hijos, posiblemente la inapetencia aparezca por la falta de un ambiente adecuado para la relación. No nos referimos únicamente al espacio físico, sino a lo que lo rodea: la televisión encendida, los niños despiertos, algunos oficios del hogar y otros pueden ocasionar que el organismo no sienta el apetito de estar con tu pareja.

Finalmente, las peleas son otro factor a tomar en cuenta. Si has alguna discrepancia entre ambos, la probabilidad de tener sexo disminuye. Existen casos en donde uno de los dos toma la iniciativa y decide arreglar las cosas antes de dormir, pero no a todas las parejas les funciona.

Lo más importante es el diálogo. Platiquen entre ustedes y sean sinceros y expliquen a su pareja por qué no sienten ese deseo. A lo mejor desahogar poco a poco su jornada puede aliviar las tensiones, aclarar malos entendidos y, por qué no decirlo, funcionar como antesala a una noche inolvidable.

 

Fuente: Revista VidaSana